
El lado dulce de Morelia.
Si pensamos en dulces nuestra mente se va directamente a Morelia y es que este lugar posee una larga tradición en la elaboración de dulces siendo el ate moreliano el que cuenta con una Denominación de Origen.
Para probarlo no hace falta ir muy lejos. En la bella capital de Michoacán se encuentra el Mercado de Dulces y Artesanías entre las calles Real y Santiago Tapia. El corredor principal es donde se diseminan los puestos que exhiben un gran abanico de golosinas, aromas, formas y precios donde destaca el ate.
Su origen se remonta a la fundación de Valladolid, allá por el periodo colonial, donde los frailes franciscanos trajeron a la Nueva España un racimo de semillas frutales de manzana, pera, durazno o membrillo. Este colorido frutícola dio la idea a las monjas de la orden de las dominicas del Convento de Santa Rosa de Lima a elaborar una pasta con el jugo extraído de las frutas mezclado con una porción considerable de azúcar a la que bautizaron según la fruta utilizada: “guayabate”, “membrillate”… con el tiempo los nombres fueron reduciéndose hasta el famoso “Ate”.
Tiempo después fue en los majestuosos portales donde se instalaron los primeros expendios para la venta del Ate donde, no solamente lo vendían las dominicas, sino que los locatarios comenzaron su elaboración perfeccionando esta golosina. Sin duda, el Ate es una combinación entre las raíces españolas y el folklor gastronómico indígena moreliano.
Si pensabas que esta tradición se había acabado, estás pensando erróneamente ya que hoy en día puedes encontrar a las generaciones más nuevas de aquellas familias que comenzaron con la elaboración de este dulce, en el Mercado de Dulces y Artesanías.
Esta golosina puede ser consumida de diversas maneras; con queso sabe delicioso, puedes usarlo también para endulzar tus licuados o con un rico helado. Además de los ates, es imprescindible probar las morelianas, crujientes galletas de cajeta; las morelianitas, obleas con cajeta; camotes de frutas, huesos de leche, fruta cubierta, cocadas, rollos de guayaba, jamoncillos, borrachitos, merengues, y cómo no, rompope.
Te recomendamos llevarte a tu casa un recuerdo del Mercado de Dulces y Artesanías, conocer la receta antigua y la forma de preparación y visitar el Museo del Dulce, una confitería de 1870 ambientada en la época del Porfiriato donde podrás escoger entre más de 300 variedades de dulces.