
Calaveritas de azúcar: origen y significado.
No hay altar de muertos completo sin calaveritas de azúcar, pero ¿de dónde provienen?
Su origen se remonta a las culturas mesoamericanas de los Tzompantlis quienes tenían cráneos con la finalidad de honrar a sus dioses en ceremonias que simbolizaban el término del ciclo de la vida.
Con la llegada de los españoles los rituales que iban en contra de los preceptos de la religión católica fueron prohibidos o sustituidos por otros. Ahora cada octubre y noviembre aparecen las calaveritas, ahora de azúcar, en diferentes tamaños, con adornos y algunas hasta con el nombre del difunto. Existen otras que se regalan con el nombre de personas vivas recordándoles su inevitable destino.
Aunque si bien es cierto que anteriormente en México los cráneos eran verdaderos, con el arribo de los españoles estas calaveras tuvieron una dulce transformación uniendo la tradición indígena a la española.
¿Cómo se elaboran?
La técnica es parecida a la de la artesanía del alfeñique de Guanajuato o Toluca y llevan los mismos ingredientes: azúcar, clara de huevo, limón y chautle (flor de orquídea de tierra).
Su procedimiento es el siguiente: El azúcar se disuelve en agua y se deja hervir por una media hora hasta que espese agregándole un poco de limón. El artesano conoce el momento exacto en que la miel debe estar lista para batirla rápidamente y vaciada en moldes de barro, madera o bronce. Una vez que el azúcar cuaja, se voltea el molde para que la miel se escurra y queden huecas para decorarlas en su interior y ponerle papel de estaño simbolizando los ojos.
¿Cuál es su función?
Ahora las calaveras de azúcar tienen la función de ser ofrendas para los altares acompañando a las fotos de los difuntos, velas, flores, pan de muerto, entre otros elementos.
Según la cultura popular, el alma de los difuntos se alimenta con la esencia de estas calaveras y que normalmente son consumidas por los vivos una vez que termina la celebración.